El 05 de octubre se eligió al nuevo alcalde de Lima Metropolitana la cual concentrá 6,355,678 electores, de los cuales, 5,370,325 asistieron a sufragar (Según cifras del portal de la Oficina de Procesos Electorales). Esta ha sido una elección particular, en la que se luchaba casi nada, sin embargo la aparición del candidato aprista Enrique Cornejo, nos deja una lección, que se puede realizar una campaña basada en propuestas, sin necesidad de ridiculizar la política con spots publicitarios que insultaban la inteligencia del elector limeño. Los debates fueron un punto de inflexión para Cornejo, pero el zenith fue el debate de candidatos organizado por el Jurado Nacional de Elecciones una semana antes del domingo 05 de octubre.

Por primera vez, por lo menos en lo que me corresponde presenciar elecciones en mi vida, he observado lo influyente que ha podido ser el debate electoral para un sector de la población. Por qué acá corresponde sincerar ello de que "el debate influyó en todo Lima" que no es cierto. El debate influyó para la zona conocida como Lima Oeste (San Miguel, Magdalena, Pueblo Libre, Jesús María, Lince, San Isidro, Miraflores, Surquillo, San Borja, Santiago de Surco y Barranco), los cuales concentran más de un millón de electores, integrada por la mesocracia limeña. En este sector, Enrique Cornejo llegó a tener cifras que oscilan entre los 25% y más de 34%, habiendo ganado en distritos como San Isidro (con 33.58%) y San Borja (con 34.94%), en donde el APRA no tuvo candidato a las respectivas alcaldías municipales, o sea que hubo voto cruzado.

Recordemos que este sector es el que en el 2010 votó por Susana, por qué en él caló un mensaje que evocaba un voto consiente y de honestidad (la realidad nos demostró lo contrario, pero ese es otro análisis). En la primera vuelta del 2011, votó por PPK, quién es un personaje de éxito personal (académico, profesional y empresarial), ejemplo para los jóvenes de dicho grupo socioeconómico. Y finalmente, en la segunda vuelta del mismo año votó por Ollanta Humala, pues significó un voto de castigo para quien representaba el resquebrajamiento moral del Estado, durante los años noventa. En suma, es un séctor que su voto no es militante, ni ideológico, sino que cada elección analiza a los candidatos, comparan propuestas, castigan las malas prácticas y premia también.

Otra lección que nos deja esta contienda electoral, es que existe un sector de la población que no le tiene miedo a los símbolos y partidos políticos. Resulta siendo el más pragmáticos, en términos de búsqueda de soluciones a sus problemas cotidianos, sin que en su búsqueda o análisis influyan los complejos que un grupo de periodistas comprometidos y militantes del antiaprismo pretendió inducir a la población. El temor a un símbolo o candidato no existe. Existe el miedo a la ineficacia (la cual empujó a la población -en un 49%- en elegir a alguien que robe, pero que haga obra). 

El secreto, rumbo al 2016 y elecciones venideras, es presentar una propuesta distinta para el más de un millón de electores que aglutina este sector de la capital. Los partidos políticos tienen una gran responsabilidad de preparar un plan de enganche, distinto a los que se realiza en las periferias, cuyas elecciones son decididas por otras dinámicas políticas, en las que los brokers políticos zonales tienen una gran gravitación para persuadir a la población. Mientras para la Lima de la periferia el face tu face es importante, para la Lima del millón las redes sociales juegan un papel importántisimo, como canal de presentación y contacto con el candidato. Claro está, el componente físico siempre será importante, pero vaya que tiene una gran herramienta.