A diez días de las elecciones muncipales, con procentajes que casi decantan lo que pasará el 5 de octubre, con una campaña en la que los candidatos no han ayudado en que las cifras se muevan. En promedio Castañeda cuenta con un 50% (considerando que existen tres cifras distintas), mientras del segundo al cuarto se observan cifras del 12%, 11% y 6%.

Según la última encuestas de Datum, Villarán cuenta con un 53% de rechazo, y la razón de fuerza ha sido su ineficacia e incumplimiento de sus ofertas electorales. Ante ello, se presenta su antecesor inmediato, el cual ha personificado el voto anti Villarán, por una sencillo ejercicio de comparación, que para el imaginario colectivo les representa la solución a los problemas por la gestión de la actual Alcaldesa.

Pero el problema no es que alguien capitalice la inoperancia del adversario, lo más preocupante de esa encuesta es que el 49% de electores, son consientes de que Castañeda robará, pero que hará obra. Algunos podrían decir que siempre ha sido una postura de cierto sector de la población, en su expresión más palpable de pragmatismo. Sin embargo, vamos a decir que nunca se habían revelado las cifras de esa manera, hecho que ha herido la susceptibilidad de muchos, y se den golpes de pecho culpando al "incivilizado" electorado que prefiere un candidato corrupto y no una candidata "honesta". 

Si hay que encontrar a un responsable de esas cifras, no es más quien Susana Villarán que con su incumplimiento, su desconexión con el pueblo y su incapacidad para resolver los problemas de Lima Metropolitana, ha pervertido la escala de valores de la ciudadanía, la cual se encuentra vulnerable y hábida de soluciones inmediatas, sin poderar el cuidado de valores que aporten a fortalecer nuestra adolescente democracia, como la eficiencia, la honestidad y la transparencia. Para efectos de esta elección, los limeños han optado por prescindir, de manera expresa, de estos valores...Ergo, la ineficacia venció a la esperanza.