"Desapristizar" el APRA implicaría:

1. Renunciar a ser el frente único de clases de este país, creado por la genialidad del hombre del siglo XX, Víctor Raúl Haya de la Torre.

2. Negarnos ser la primera fuerza política que creyó en la justicia social, pero de la mano con la democracia y la libertad "Pan con Libertad"

3. No luchar por un estado laico, como en 1923, contra la consagración del corazón de Jesús, en un país con 90% de población católica.

4. Que los fundadores del APRA no hayan luchado a lado del pueblo en la lucha por las ocho horas, en un país casi feudal.

5. No haber estado a lado del movimiento estudiantil en la lucha por la reforma universitaria.

6. No luchar por la democracia como lo hizo el APRA en las dictaduras que tuvo el país.

7. Negarnos la autoría de la Constitución más moderna del siglo XX, de la mano de Haya de la Torre en 1979.

8. Negar a la memoria del pueblo nuestros perseguidos, prisioneros y mártires.

9. No haber aplicado una política real de defensa al medio ambiente, mediante la creación del Ministerio del Ambiente.

10. No haber reducido la pobreza en más de 20% en cinco años.

11. No aplicar políticas que hicieron crecer nuestra economía, aun cuando el mundo entraba en crisis, y ser la más atractiva de la región.

12. No haber aprobado y promulgado las leyes del "Regidor Joven" y "Consejero Regional Joven". 

13. No haber impulsado, a lo largo de la historia, políticas de inclusión como el voto a la mujer, el voto a los analfabetos, la ley de cuotas de género.

14. No haberle entregado al país más de 151,000 obras.

15. No llevarle electricidad, agua y asfaltado a más de tres millones de peruanos.

16. Negarle títulos de propiedad a más de 840,000 familias.

17. No pensar en la infancia, y no haber construido el nuevo Hospital del Niño, que hasta hoy el gobierno no lo pone en funcionamiento.

18. Negarle el acceso a la salud a los más pobres y no crear el Seguro Integral de Salud - SIS.

19. No ser coherente con nuestros principios de integración de América Latina, a través de la Alianza del Pacífico.

20. Y entre otras cosas, no ser el partido que nunca muere.

El APRA es una institución que tiene 90 años, y en su historia guarda (además de activos y pasivos) formas, códigos y rituales que le ha brindado una mística que ningún partido la tiene (O que alguien me diga que partido tiene un mitin de la fraternidad, o un mitín como el del 7 de mayo, o las romerías por el martirologio de nuestros revolucionarios). Sin embargo, la modernidad nos impone el reto de engarzar con una sociedad con nuevas formas y nuevas demandas, las cuales requieren de nuevas formas para atenderlas. 

Desapristizar sería desatender el reclamo de las minorías por ser incluidas en nuestra sociedad, al amparo del estado. O cegarnos a la realidad de nuestros problemas como la violencia, la inseguridad ciudadana, el narcotráfico, la minería informal, y todas sus actividades conexas, y no entender que la solución de estos flagelos depende de políticas públicas que las combatan de manera efectiva y moderna.

El tema pasa por replantear la forma en la que los apristas nos acercamos al pueblo. Los apristas somos fácil de identificar, somos como signados en la frente con nuestra estrella, y somos considerados como una secta, de pronto comenzar a atenuar esa imagen nos ayude muchísimo. La gente ya conoce nuestros símbolos, nuestra marca y algunos de nuestros rituales, lo que la gente necesita ver es lo bueno y efectivo que le resulta el APRA para el país. No nos acomplejemos de lo que somos, ni que los enemigos nos amilanen con su eterno rollo pasquinero, por ello acabemos con la actitud vergonzante, pues esto no depende de prescindir de personas, sino de actitudes.

Por qué tendríamos que desapristizar el APRA? Si los que la demanda son aquellos que jamás votarían por el partido, ni por ningún aprista, su odio es innato (transmitido vía umbilical) y esquizofrénico (Piden que se alejen del partido, pero reclaman la presencia de sus dirigentes), esta pobre gente sólo busca exponer al partido para atacarlo y descargar todas sus frustraciones, traumas y taras en contra de la organización política que según ellos tiene la culpa hasta de sus disfunciones.